"Se trata de la curiosidad, esa única especie de curiosidad, por lo demás, que vale la pena practicar con cierta obstinación: no la que busca asimilar lo que conviene conocer, sino la que permite alejarse de uno mismo. ¿Qué valdría el encarnizamiento del saber si sólo hubiera de asegurar la adquisición de conocimientos y no, en cierto modo y hasta dónde se puede, el extravío del que conoce? Hay momentos en la vida en los que la cuestión de saber si se puede pensar distinto de cómo se piensa y percibir distinto de como se ve es indispensable para seguir contemplando o reflexionando." Michel Foucault

sábado, 26 de noviembre de 2022

Desertar

Hay libros, textos, canciones, singularidades, sensaciones, perceptos, afectos o quizás podría decir varios elementos que permiten trazar una cartografía de constelaciones, con múltiples entradas. Algunas parecen formar parte de un pasado del que Benjamin sabía que para articularlo hacía falta apoderarse del recuerdo que relampaguea en el instante del peligro. Y tal vez entonces ya no habrá Historia sino sólo devenires. Deleuze en medio de Spinoza habla de un tipo de eternidad que consiste en alcanzar un gran número de ideas adecuadas y de afectos activos que remiten a las partes intensivas y al grado de potencia. Estas partes difieren radicalmente de las partes extensivas de duración, que remiten al modo del tiempo. Me da vergüenza escribir la palabra alegría en estas coordenadas tanatopolíticas, pero me lo voy a conceder, al menos por un momento. Con Foucault, Tiqqun, Leo Silvestri se me ocurre que una de las únicas formas de acceder a algún tipo de experimentación de dicho orden ha de pasar necesariamente por una destrucción masiva del Yo. ¿Pero sería esa destrucción una alegría activa o compensatoria? 
A estas alturas del Capitalismo tardío, el algoritmo de Instagram me muestra un mierdandising de remeras y carteras a precio dólar con la frase “kill your ego”. ¿Pero qué más da? Se puede pasar la vida entera citando a Foucault con una erudición sin precedentes sin producir la más mínima modificación del sí mismo. Y esto último me parece un acto más foucaultiano que lo primero. Hay cosas que una lee o escucha a edad temprana -y que tal vez incluso en parte entiende- pero que recién puede vivir décadas después. Más triste sería no haberlas vivido nunca. El punto está en que una no elige vivirlas. No se elige la deserción, una no elige dejarse caer, una simplemente cae. Una cae al no haber podido, o no poder ya, o no querer ya fingir seguir pudiendo, citar ciertas normas bien concretas y específicas. Y hay momentos en la vida en dónde ya no hay passing y/o masking que te valgan porque ya estás harta, loca, deprimida y/o extenuada. 
Destruir el Yo es destruir la lógica identitaria, es mofarse contra la ciudadanía que SE nos ha implantado, contra el régimen heterosexual capitalista, es traicionar –como dice Silvestri- la clase, el género, la patria, la pareja, la familia, el Amo(r), el trabajo “dignificante”, la Academierda, todas esas cosas humanas demasiado humanas. Dejar de desear los deseos del Estado, matar lo que quede en una de La Jovencita de una buena vez por todas, dejar de querer ya ser alguien. Pero nada de eso se elige intencional y voluntariamente. Simplemente no podrías evitar estar ya desertando. Una simplemente termina expulsada de un hospital llorando en la calle a la madrugada porque no tiene obra social y ya. Sucede… y ya. Y nada de victimismos. Te secás las lágrimas y luego no sabés cómo pero ya estás fuera-de-vos, ex – tática como dice Judith, sos la rabia pura, sos la mismísima furia política. Y se siente hermosamente doloroso pero vitalizante cuando ya no sabés quién sos. Ya te subiste a cierto vector a cierta velocidad y eso tiene un costo. Y en ese costo, que es un riesgo, que implica correr un peligro, radica la diferencia entre escribir un paper sobre la destrucción del Yo y la transformación de sí que deviene mientras algo lo va matando. No digo que A excluya B, pero pasan por líneas muy diferentes que remiten a determinadas formas-de-vida cuyos procesos escapan a lo volitivo. 
Nadie sabe lo que puede un cuerpo. Nadie sabe ni puede saber a priori cuando una línea de fuga puede devenir en línea de muerte. Pero bajo la guerra en curso no hay forma de deserción real que no conlleve en sí misma el riesgo a morir en el intento de construir un grado mínimo de libertad. De modo contrario ya estaríamos muertas en vida. Y aunque a veces de hecho lo estemos, otras veces deseamos seguir destruyendo todo lo que destruye nuestras formas-de-vida. 

Por dónde anduve dando vueltas: 

Benjamin, Walter - Tesis sobre filosofía de la historia 
Butler, Judith - Vida Precaria 
Comité Invisible - Ahora 
Deleuze, Gilles – En medio de Spinoza 
Deleuze, Gilles y Parnet, Claire - Diálogos 
Deleuze, Gilles y Guattari, Félix - Qué es la Filosofía? 
Foucault, Michel - Historia de la Sexualidad Vol. II. 
Silvestri, Leonor - Foucault para encapuchadas 
Silvestri, Leonor - Spinoza, un amigo judío. 
Silvestri, Leonor - Ética amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y alegres 
Tiqqun - Contribuciones a la guerra en curso 
Tiqqun - Primeros materiales para una teoría de La Jovencita 
Tiqqun - Y la guerra apenas ha comenzado 

El anterior escrito está claramente atravesado por regímenes de opresión de los cuáles se beneficia quien lo ha escrito: una persona blanca con unos estudios universitarios de mierda. Hay sociedades que no necesitaron ni necesitan este ensayo de escritura para intentar una transformación de sí. Dichas sociedades sin proponérselo conjuran al Estado y al Capitalismo. Son las sociedades que Occidente y el ethos del Humanismo se llevó y se sigue llevando puestas porque Progreso y Civilización. (Cf. Clastrés, Pierre). Pero Benjamin nos ha enseñado que todo documento de cultura es un documento de barbarie.